Un ramo de vida

Sabía que su fin podía haber estado muy cerca, que si su suerte hubiera desviado un poco el camino, a estas alturas no estaría deambulando por aquel paraje, ofreciendo sus cinco sentidos para colmar su alma de una serenidad nueva, recién nacida. Ahora tenía el corazón lleno de paz y ansioso de vida. Mientras caminaba, sus dedos iban cogiendo flores con delicadeza, sin prisa. Sólo aquellas que por su color, frescura o aroma le atraían. Entonces se le ocurrió una idea: quiso que lo mejor que le había dado la vida quedara impregnado en aquel ramo de flores. Así, habría flores bañadas de ternura, llenas de besos y caricias, flores que acumularían todas las miradas que le habían llenado de calor, flores con los triunfos y sueños cumplidos, flores bañadas de risas y flores rebosantes de ilusiones.
Aquella noche cogió el ramo y cerrando los ojos aspiró su aroma llenándose de emoción. Saboreó cada instante que las flores le hacían revivir, deleitándose en esos segundos de felicidad inmensa. Desde entonces cada noche se regalaba una lección de vida que le incitaba a levantarse a la mañana siguiente deseando regar sus flores con más instantes hermosos que luego pudiera rememorar.


Pulsera de flores

Hace unos días me decidí a intentar desarrollar una idea que tenía en la cabeza desde hacía tiempo y estoy contenta con el resultado. Son estas flores con las que primero he formado una pulsera, luego llegarán los pendientes y collares. Os recuerdo que está realizado a mano desde el principio hasta el fin. Mis materiales son fieltro, hilo de algodón, aguja y tijeras. Sin más.


La estrella soñada

Levantó la cara en silencio. Con los ojos cerrados sintió una brisa suave que besaba su rostro. Se concentró en el murmullo del río que corría a sus pies, en el olor a hierba y a tierra húmeda. Abrió los ojos y vio las estrellas observándola entre las hojas de los árboles y empezó a imaginar que trepaba a uno de aquellos árboles, a lo más alto y de pie sobre la última rama, tocando casi el infinito, estiraba su mano intentando alcanzar una estrella, la más brillante, la más grande, la más hermosa. Pero sus dedos sólo conseguían rozarla y la estrella se balanceaba burlándose de sus esfuerzos. Se estiró aún más, de puntillas sobre la rama, pero era inútil. Entonces decidió que esa estrella tenía que ser suya y dando un salto, con los brazos extendidos, logró aferrarse a ella. Enseguida la estrella se desprendió del cielo y ambas comenzaron a caer, cada vez más rápido. Ella asustada, abrazada a su estrella. La estrella impasible, iluminando su pecho. Cerró los ojos con fuerza para no ver aquel manto oscuro y fértil ascendiendo hacia ella veloz, cada vez más cercano, ignorando los esfuerzos de los árboles que con sus ramas trataban de recogerla y detener su caída. Quiso escapar de aquel sueño convertido en pesadilla pero no sabía cómo. Sintió un grito subiendo por su garganta, quemándole por dentro hasta que brotó de su boca violento, infinito. En cuestión de segundos su cuerpo se uniría de forma brutal con la tierra. Tres... dos... uno... De pronto silencio y oscuridad invadieron todo. Poco a poco, en medio de aquella negrura comenzó a percibir su propia respiración acelerada, su corazón martilleando su pecho. No había dolor. Lentamente, con temor, abrió los ojos y se encontró sentada a la orilla del río con las manos sobre su corazón. Dejó que todo se apaciguara, que todo volviera a su ritmo natural sin entender muy bien qué era lo que había pasado y al separar sus manos se encontró, colgando de su cuello, sobre su pecho, la estrella soñada.


Lágrima

Una lágrima silenciosa brotó y lentamente recorrió el relieve de sus rostro, con mimo, como una caricia, arrastrando con ella la pena, limpiando a su paso la piel de tristezas y amarguras. Hasta llegar a la comisura de sus labios donde se detuvo un instante para recoger un suspiro que liberó el alma y siguió su camino, delicada, pura. Quedó unos segundos suspendida en la frontera entre su cara y su cuello, como despidiéndose, como cogiendo fuerzas para finalmente dejarse caer y desaparecer definitivamente.